En los albores del siglo XX, cuando los ecos de la industrialización resonaban en los rincones más remotos del mundo, el deporte llegaba a la provincia de Tucumán de la mano de los ferrocarriles, y los colonos británicos y franceses. Fútbol, cricket, polo y tenis se abrieron paso en esta tierra, transformando su paisaje cultural y social.
Fue en ese contexto que surgió el embrión del tenis tucumano, gestado por la influencia de estos inmigrantes. Detrás de la estación de trenes Provincial, en lo que hoy conocemos como el barrio de Villa Alem, se erigieron las primeras canchas de tenis. La semilla estaba sembrada, y solo era cuestión de tiempo antes de que floreciera en una pasión desenfrenada por el deporte blanco.
El punto de inflexión llegó en 1915 con la fundación del Tucumán Lawn Tennis Club, un oasis de competitividad y camaradería. Bajo el liderazgo de figuras como Francisco Eduardo Tirbutt, Enrique Benenati y J.W. Mc. Garrel, el club se convirtió en el epicentro del tenis tucumano y el hogar de futuras leyendas. Pero el verdadero legado de este club no se manifestaría plenamente hasta que una joven rebelde y talentosa irrumpiera en la escena del tenis tucumano.
Tomasa Hill Terán, mas conocido como Tiny, nacida en una familia dedicada al deporte y la industria azucarera, encontró su pasión por el tenis a una edad temprana. Influenciada por su padre, Percy Hill, un destacado industrial y promotor del deporte en la provincia, Tiny inició su carrera en el Tucumán Lawn Tennis Club en 1920, desafiando las reglas de edad con su determinación y habilidad. Por esos años la edad mínima requerida para participar era de 17 años, y la joven contaba sólo con 15. Sin embargo, sus extraordinarias condiciones tenísticas lograron lo imposible: que los directivos de la entidad hicieran “la vista gorda” cuando presentó unos “datos equivocados” en su solicitud de ingreso.
Un año más tarde se consagró campeona en el single femenino, venciendo en la final a Manena Cossio.
Este gesto de apertura y reconocimiento hacia Tiny no solo marcó el comienzo de su carrera en el tenis, sino que también simbolizó un cambio de paradigma. Una mujer estaba rompiendo barreras y desafiando las expectativas establecidas, allanando el camino para las generaciones futuras de tenistas tucumanas.
El destino de Tiny se entrelazó con el de otro titán del tenis tucumano, Abilio Médici, con quien formaría una dupla imbatible. Abilio se inició en el deporte con 11 años, cuando un primo que estudiaba en Córdoba trajo la novedad de las raquetas y empezaron a jugar en la calle, a la altura de Mendoza al 800, claro que en esa época no era nada parecido a lo que es hoy esa cuadra.
Al poco tiempo Abilio y sus hermanos le pidieron prestados unos terrenos a su padre para construir una cancha de tenis. Es así como los Medici sacaron tartagales con machetes, rompieron ladrillos y los mezclaron con arena, y armaron su propia cancha en la esquina de Italia y Salta (hoy avenida Siria).
Con la muerte del padre de los Medici en 1921, Abilio jugó un tiempo al tenis en las canchas que estaban en donde hoy es Central Córdoba, después se asoció al club Atlético en donde, en el año 1925, ganó su primera copa representando al club.
En el año 1928 se asoció al Lawn Tennis y fue ahí en donde en un partido de dobles se conocieron Hill y Medici.
Se casaron un año después en 1929, Abilio y Tiny se convirtieron en una pareja imparable en las canchas de Tucumán y más allá. Más de 20 años invictos en dobles mixtos sellaron su lugar en la historia del tenis argentino.
El legado de Tiny Hill Terán trascendió las fronteras del deporte. Su carisma, simpatía y espíritu deportivo la convirtieron en un símbolo de inspiración para generaciones futuras. Su inquebrantable dedicación al tenis y su extraordinaria habilidad se vieron reflejadas en la impresionante colección de trofeos que adornaban su hogar. Trofeos que hoy se encuentran en la Asociación de tenis tucumano.
El adiós a Tiny Hill Terán en 1982 marcó el fin de una era dorada en el tenis tucumano. Su memoria perdura en la Copa Tiny y en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de conocerla. Hoy, su nombre sigue resonando como un recordatorio de que, con pasión y perseverancia, cualquier obstáculo puede ser superado en el camino hacia la grandeza deportiva.
Tiny Hill Terán: una leyenda que seguirá inspirando a las futuras generaciones de tenistas tucumanos.